Super ace jili hunqueros – Che Roga http://www.islacheroga.com Reserva Natural Privada Thu, 05 Apr 2018 03:08:09 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.4.15 https://i0.wp.com/www.islacheroga.com/wp-content/uploads/2017/04/cropped-reserva-Natural-Cheriga.jpg?fit=32%2C32 hunqueros – Che Roga http://www.islacheroga.com 32 32 146404352 Los «Hunqueros» un estilo de vida http://www.islacheroga.com/los-hunqueros-un-estilo-de-vida/ http://www.islacheroga.com/los-hunqueros-un-estilo-de-vida/#respond Tue, 26 Sep 2017 00:26:00 +0000 http://www.islacheroga.com/?p=822 Los «Hunqueros» la mayoria fue adoptaron del oficio desde la infancia, como parte de las tareas que la familia realizaba en forma conjunta con roles diferenciados. En otros casos, los […]

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Los «Hunqueros» la mayoria fue adoptaron del oficio desde la infancia, como parte de las tareas que la familia realizaba en forma conjunta con roles diferenciados. En otros casos, los testimonios recogidos indican que la adopción, ya en edad adulta, estuvo asociada con la «falta de laburo» en las islas. Sin embargo todos los junqueros entrevistados expresan de distintas formas que su actividad laboral forma parte de un modo de vida que no cambiarían, y que les permite evitar la proletarización definitiva, que puede implicar la migración a la ciudad y por ende «salir de la isla«.

Historias:

«No me gusta estar al capricho del citadino, esperando a que venga el fin de semana uno que no te quiere pagar» (Entrevista a isleño en arroyo Marchini, 2010)

«-me gusta [la actividad del junco], aunque sufra, sea pesado y a veces no me vaya bien, lo prefiero a tener que depender de un garca» (Entrevista a isleño en arroyo La Paloma, 2012)

«Acá en la isla siempre trabajé con cosas de la isla, trabajé con turistas pero no me gustó para nada, digamos. Antes de empezar con el junco, sabés donde estaba? Estaba trabajando como encargado en los Solares de la Bahía. Un año y medio estuve trabajando ahí, como un esclavo. Después de ahí chau. Cosa que no me gustó para nada, no es muy agradable digamos tratar con gente que viene de la ciudad media loquita. Así que vi como una buena opción el comenzar a trabajar con el junco. Por falta de laburo, porque no quería trabajar con los turistas. Ahí me decidí a trabajar con el junco me conecté con gente que venía trabajando eso desde siempre, me enseñó lo básico de cómo cortarlo, cómo secarlo y ahí empecé con eso. (-) El que está acostumbrado le gusta, a mí me gusta estar metido todo el día en el agua. Cuando me dicen ‘eh, pero tenés que estar en el agua’ y a mí me gusta. O ‘eh, pero tenés que andar burreando’. Y a mí me gusta burrear los paquetes, mientras lo pueda hacer lo voy a hacer, no me gusta estar con una bordeadora cortando el pasto y que después vengan los turistas a romperme las pelotas. Eso no me gusta y no lo hago, prefiero burrear paquetitos y que nadie me joda. Pasa que acá la isla se murió muchísimo, ahora es todo turismo» (Entrevista a isleño en río Espera, 2014)

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Los cortadores de junco: «con el hunco toda la vida» http://www.islacheroga.com/los-cortadores-de-junco-con-el-hunco-toda-la-vida/ http://www.islacheroga.com/los-cortadores-de-junco-con-el-hunco-toda-la-vida/#respond Tue, 26 Sep 2017 00:02:26 +0000 http://www.islacheroga.com/?p=815 Historia de los Junqueros: Para gran parte de la población isleña la recolección de junco es su principal actividad, ya que representa su mayor fuente de ingreso familiar. Si bien […]

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Historia de los Junqueros:

Para gran parte de la población isleña la recolección de junco es su principal actividad, ya que representa su mayor fuente de ingreso familiar. Si bien la actividad está principalmente en manos de los hombres, en determinados momentos -como en el tendido del junco en la cancha- participa toda la familia. Además, estos sujetos se reconocen y se identifican como «junqueros» o «hunqueros» ante la pregunta por su oficio o trabajo.

Testimonios recogidos de los «hunqueros«

«-me dedicaba al hunco, cazar nutria, carpincho, pescar, llevar gente a pescar, ahí con la gente y eso. Me crié cortando hunco, jaja! Me crié si, yo era chiquito y ya papá me había preparado la oz para cortar hunco, cortaba hunco. [-]Con el hunco toda la vida, mi´ ja» (Entrevista a isleño del Río San Antonio, 2013).

«El hunco sí me daba más plata que el cuero- Sí el hunco valía, una temporada valió lindo- Yo con tres cueros de nutria comíamos un mes, te acordás? A lo último, eran como trescientos y pico de pesos, ya teníamos todo pago todo comprado, yo no era de gastarme la plata.

-El junco, la cosecha es ahora en verano y-

-Claro, ahora en verano, y en invierno vale más, hay que guardarlo en un galpón grande y bien cerrado porque te lo agarra la humedad y cagaste. Se pudre, te mancha todo. Y así es, hay que saber hacer el mazo, el hunco bueno ponerlo a parte, el malo del otro lado-

Y mirá que yo crié a mís hijos cazando, pescando, así que eso no es ninguna deshonra, cazando, cortando hunco, lanceando por ahí un poco de redes para sacar algún pescado y así hacía la plata yo, es lógico porque es un sacrificio-» (Exposición conjunta de isleños del arroyo Anguilas, durante el «Encuentro de Tierra» en el galpón de la Cooperativa Isla Esperanza, arroyo Anguilas y Paloma, en septiembre de 2012).

Como señalamos, las herramientas y medios de trabajo con las que cuentan los junqueros son: la hoz y el machete para las tareas de recolección del junco y limpieza de las áreas de secado; y la embarcación para el traslado a la «playa» de corte o «huncal«, y para el traslado del junco al punto de venta, que suele estar en la costa continental, donde un intermediario recoge los «mazos a medida» y se efectúa el pago.

En los relatos de los junqueros, la venta de mazos de junco ocurre en términos de un intercambio desigual. El precio final es fijado por el intermediario una vez que los junqueros arriban a la costa con el producto. En efecto, la demanda de junco para los recolectores de la primera sección de islas está concentrada en dos grandes acopiadores que definen cuánto están dispuestos a pagar por un mazo a medida genérico, al inicio de la temporada. Este precio puede sufrir variaciones según la oferta de junco durante la temporada, o bien en el caso de cada transacción concreta según las calidades del junco. En primer lugar, este precio que lanzan los acopiadores al inicio de la temporada, funciona como señal para los isleños en términos del dispositivo de la oferta y la demanda. La señal puede determinar que la oferta de junco cuente con la participación de los junqueros y además de otros isleños que no realizan esta actividad habitualmente, o bien puede desalentar incluso a algunas familias que se dedican tradicionalmente a la recolección de junco. Este último caso es menos frecuente pues, según los testimonios de los integrantes de familias que tienen a la actividad de recolección de junco como principal fuente de ingresos, se experimenta una situación en la cual están obligados a aceptar el precio fijado por los acopiadores, y en tal caso redoblar sus esfuerzos para acopiar algunos mazos esperando que los precios varíen en forma ascendente, y obtener así un aumento en la remuneración de su trabajo: «uno va tirando con unos mazos más en el invierno«. En segundo lugar, el precio puede variar en la transacción concreta, cuando el intermediario que aguarda en la costa recoge la carga que traen los junqueros. En ese momento la evaluación de calidad que el acopiador hace del producto puede redundar en la reformulación de un precio menor por mazo en relación con el precio genérico establecido. En tal caso los junqueros optan por entregar la carga de todos modos aceptando las nuevas condiciones, asumiendo este vínculo de subordinación que tienen con respecto a los acopiadores. En otros pocos casos deciden volverse con los mazos, almacenarlos o dejarlos en el monte, dado que no aceptan el vínculo desigual: «de hambre en la isla no me voy a morir, siempre hay un bagrecito para pescar, a mí no me van a humillar».

Sin embargo todos los junqueros entrevistados expresan de distintas formas que su actividad laboral forma parte de un modo de vida que no cambiarían, y que les permite evitar la proletarización definitiva, que puede implicar la migración a la ciudad y por ende «salir de la isla«. Comparan positivamente su trabajo como junqueros con aquellas actividades vinculadas al turismo en el Delta, ligadas a relaciones asalariadas, incluso cuando se «garantiza un sueldo todos los meses» o donde «está todo modernizado y les depositan la plata».

«No me gusta estar al capricho del citadino, esperando a que venga el fin de semana uno que no te quiere pagar» (Entrevista a isleño en arroyo Marchini, 2010)

«-me gusta [la actividad del junco], aunque sufra, sea pesado y a veces no me vaya bien, lo prefiero a tener que depender de un garca» (Entrevista a isleño en arroyo La Paloma, 2012)

«Acá en la isla siempre trabajé con cosas de la isla, trabajé con turistas pero no me gustó para nada, digamos. Antes de empezar con el junco, sabés donde estaba? Estaba trabajando como encargado en los Solares de la Bahía. Un año y medio estuve trabajando ahí, como un esclavo. Después de ahí chau. Cosa que no me gustó para nada, no es muy agradable digamos tratar con gente que viene de la ciudad media loquita. Así que vi como una buena opción el comenzar a trabajar con el junco. Por falta de laburo, porque no quería trabajar con los turistas. Ahí me decidí a trabajar con el junco me conecté con gente que venía trabajando eso desde siempre, me enseñó lo básico de cómo cortarlo, cómo secarlo y ahí empecé con eso. (-) El que está acostumbrado le gusta, a mí me gusta estar metido todo el día en el agua. Cuando me dicen ‘eh, pero tenés que estar en el agua’ y a mí me gusta. O ‘eh, pero tenés que andar burreando’. Y a mí me gusta burrear los paquetes, mientras lo pueda hacer lo voy a hacer, no me gusta estar con una bordeadora cortando el pasto y que después vengan los turistas a romperme las pelotas. Eso no me gusta y no lo hago, prefiero burrear paquetitos y que nadie me joda. Pasa que acá la isla se murió muchísimo, ahora es todo turismo» (Entrevista a isleño en río Espera, 2014)

Esta referencia a la «libertad«, y a lo que «me gusta«, presentan una asociación entre la elección de un modo de vida y una impronta afectiva. Es una vivencia de la actividad económica en relación a la posibilidad de la libertad, en tanto parte de la búsqueda por aumentar las esferas de auto reproducción y autonomía frente al capital. Se trata de una tensión entre la producción de espacios de libertad y la subordinación bajo control del capital.

 

Desarrollo Hstorico -Productivo en Islas del Delta

El primero transcurre entre los siglos XVIII y XIX, y se caracterizó por la extracción y modificación directa del monte blanco o nativo, utilizados como madera, leña y carbón, y la explotación de la fauna, cuyo destino era la incipiente ciudad de Buenos Aires. La población era principalmente de origen criollo, se ubicaba de forma dispersa en el territorio, y no existía régimen de tenencia de la tierra bajo intervención estatal .

El segundo período fue entre fines del siglo XIX y mediados del XX, momento en el que comienza el gran proceso de transformación del ecosistema natural ya que se consolida el cultivo intensivo de frutales y hortalizas, se introduce el mimbre y la plantación de sauce y álamo. En esta época el asentamiento era permanente y comienza a poblarse de manera continua ya que había disponibilidad de tierras fértiles para la producción y la vida. La cercanía a la ciudad favorecía la creación de un mercado de venta de los distintos productos. A los sujetos sociales encargados de la producción se los ha definido como unidad familiar isleña (Galafassi, G. 1999, 2000, 2005). Para el caso de la primer sección del Delta las quintas eran en su mayoría de 2 a 20 ha., pequeñas en comparación a las de la segunda sección que podían llegar a 1.000 ha. La organización del trabajo era familiar, solo en momentos de cosecha podía requerirse mano de obra extra predial y el nivel de tecnificación era bastante bajo ya que el uso de mano de obra era intensivo.

Hasta 1960 la zona era la principal productora de mimbre del país, el que era utilizado para confeccionar cestos para el traslado y la comercialización de la fruta. Los sujetos encargados de producirlo también eran unidades productivas isleñas que alternaban con plantación y corte de maderas (sauce y álamo), entre otros trabajos temporarios. Dentro de la cadena productiva del mimbre, otro insumo utilizado para la elaboración de los cestos era el junco.

A principios del siglo XX, el Delta se constituye como un espacio recreativo para las personas que gustaban del río y de los deportes acuáticos como el remo, y se consolida como uno de los primeros destinos turísticos locales reconocido a nivel provincial y nacional, en el que los sectores de altos ingresos tenían sus casas de fin de semana. Los sindicatos contaban, y cuentan aún, con espacios para que los trabajadores de sectores medios y populares, puedan disfrutar con sus familias de un momento de recreación o de sus vacaciones.

En este período, el Delta se caracterizó por ser el primer productor de frutales y hortalizas para el área metropolitana y la Ciudad de Buenos Aires. Su rasgo significativo fue que en esa particular relación con el espacio geográfico (el Delta) se configuraba como un modo de vida de tipo isleño, en el cual se generaba una identidad de «islero» o «isleño» asociada a una vida rural, a la producción de alimentos, la recolección de junco, la caza y pesca, la plantación de álamo y de mimbre, además del permanente contacto con los ríos y arroyos (Astelarra, S. 2011, 2014) .

El tercer período transcurre desde mediados del siglo XX hasta finales del mismo. Se produce un proceso de crisis del modelo de producción fruti-hortícola generado por un lado, por el surgimiento de otras zonas de producción de frutales más especializadas y adaptadas a estas nuevas formas de organización de la producción internacional, como San Pedro o el Valle de Río Negro (Galafassi, G. 2005). Por otro lado, en 1959 se produce la «gran inundación» que duró aproximadamente tres meses y que impactó negativamente en los montes de frutales.

En yuxtaposición comienza a incentivarse la producción forestal a gran escala que implicaba mayor concentración de la tierra y un cambio en el patrón de producción y uso del suelo. Arriban a las islas grandes empresas forestales como Papel Prensa SA, entre otras, que arriendan las tierras abandonadas por los isleños o bien les pagaban para sacar el monte frutal y plantar sauce y álamo para forestación. En unas décadas, cambia el patrón productivo y el tipo de organización del trabajo, ya que requería menos mano de obra al no necesitar trabajo constante sobre el cultivo y por utilizar agroquímicos.

Este cambio productivo implicó transformaciones en el tipo de uso del suelo y por ende la intervención sobre el ecosistema. La nueva técnica productiva era la realización de endicamientos lo que permitía regular las crecidas, bajantes e inundaciones. Esto supuso «mayor transformación del ecosistema y un gran proceso de emigración de población, (como consecuencia del cambio productivo) y aparición de unidades productivas de tipo ‘empresa’» (Galafassi, G. 2005)

En la década de 1990 la producción de frutales había sido abandonada completamente, por lo tanto decayó también la producción de mimbre y recolección de junco dado que habían tenido mayor auge, al estar asociadas a la producción fruti-hortícola en la elaboración de los cestos para el transporte. Sin embargo, estas actividades lograron sostenerse -aunque en menor cuantía- ya que pasaron a formar parte del rubro «artesanías locales» destinadas principalmente a la venta de productos para consumo urbano; lo que permitió que muchos productores pudieran seguir subsistiendo pese al cambio del patrón productivo dominante.

Finalmente, el último período abarca desde fines del siglo XX hasta la actualidad. Aquí se produce un proceso de reconfiguración territorial en el área metropolitana que repercute en las islas. Este proceso se combina con que en la última década, el Delta del Paraná continúa siendo re valorizado socialmente, tanto en su importancia ecosistémica por ser un humedal , como en términos de valorización paisajística. Esta última se asocia al paisaje, tanto en términos de espacio de recreación y esparcimiento, como en términos de plus de valor para el arraigo del capital inmobiliario. Al estar a sólo 60 km de una de las principales ciudades de Latinoamérica se ha consolidado como un atractivo turístico a gran escala y como zona de inversión para mega emprendimientos inmobiliarios y turísticos.

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