El gas de los pantanos, usado por los antiguos

El gas de los pantanos es la forma más eficiente, natural y ecológica de iluminar y cocinar, solo unos pocos pobladores de las islas aun conserva esa tradición.

Atir Broggia  es uno de los que mantienen vigente una tradición isleña de añares. Extrae gas subterráneo a través de un sistema artesanal mediante la conexión de caños de gas. La comida y el mate se cuecen a fuego lento.

Atir Broggia, de él se trata, es tercera generación de isleños.  Broggia vive en el arroyo Pacífico, en el delta de San Fernando; apenitas cruzando el Paraná de las Palmas y desde siempre usa el metano  acumulado de las entrañas de su tierra. Se lo conoce como “Gas de los pantanos”.

El viaje hasta lo de Broggia dura más de una hora en lancha colectivo. Ni bien se cruza el Paraná hay que bajar en el primer muelle que se lo conoce justamente con el apellido de Atir. Luego, sí viene la navegación por el arroyo Pacífico hasta la casa de este hombre que luce un impecable pelo blanco. Atir va muy poco al continente, “una vez por mes a cobrar la jubilación”. Y a veces a visitar a su hermano “pero nada más”, aclara. “Viví toda la vida acá, hago mis dulces, en algún momento planté mimbre y se los proveía a artesanos del Delta. También recuerdo cuando había más población y a veces nos juntábamos varios para hacer un partido de fútbol”, escarba en su memoria. La memoria de Atir tiene 85 años.

Invita a bajar en el precario muelle de su casa. El pulóver, en esta media tarde donde el sol ya deja de verse pleno, delata el frío que hará en apenas minutos. Del bote un salto al muelle. ¡Pero cuidado! Las maderas crujen al impacto y la estructura tambalea. En un juego de rayuela se evitan los agujeros en los peldaños. Olor a hojas resecas que se queman en alguna salamandra cercana. No es momento de distracción: una pisada imprecisa puede ser un chapuzón inesperado. Sin mediar protocolos, pero con cortesía, Atir da la bienvenida y extiende el brazo para indicar el camino hacia dónde se encuentra el motivo de la visita.  Mientras que camina hasta el frondoso e interminable fondo adelanta como es que extrae el  gas de los pantanos: “Mediante un sistema de tubos que se encastran y que se van enterrando bajo tierra se llega hasta donde se acumula el gas; la idea es ir testeando con un encendedor cuando por el tubito sale gas. En ese momento quiere decir que estamos frente a una gran garrafa natural”, apunta. Una vez encontrado el reservorio natural, una manguera es conectada al tubo y de ahí a un tanque de agua que se usa como lugar de almacenamiento. Este tanque de agua está metido en un gran recipiente con agua alrededor para evitar que el gas se escape. Y desde ese tanque, mediante un sistema de llaves, se habilita la apertura del circuito para que el gas llegue a la hornalla. El mate y la comida se calientan con gas de los pantanos. La casa, en cambio, se hornea con gas de garrafas. Atir siempre tiene una garrafa a mano, aunque jura que “en verano casi no las uso porque con lo que saco yo alcanza para lo que necesito”, 

La noche se coló sin permiso y el frío atiza el cuerpo. Es apenas marzo. “¿Mate?, pregunta sabiendo la respuesta. Sin esperarla apura el paso lento hacia la cocina. La pava al costado de la hornalla ya está preparada para verter el agua. El mantel a cuadrillé naranja y negro, tipo pollera de estudiante, está prolijamente limpio y estirado para la ocasión. Vuelca el agua y en ese trayecto el líquido humea. La llamita que la mantuvo a temperatura es de un azul intenso. Es el color perfecto para saber que el gas y las instalaciones están bien.

La cocina en planta baja. A las habitaciones se llega subiendo unas escaleras de concreto. La heladera, en la cocina, arriba de unos tacos de madera por las inundaciones. Atir convida con pan y dulce casero de ciruela. Y cuenta: “Antes era una práctica muy usual en el Delta sacar gas Metano, solo que en aquel entonces se lo encontraba a sólo cinco metros de profundidad. Hoy, en cambio hay que buscarlo 20 metros bajo tierra”, remarca Broggia. Es que al igual que ocurre a gran escala, sucede lo mismo en el terreno de Broggia: las reservas se agotan y es necesario buscar el gas butano cada vez más en las entrañas de la tierra. 

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