Los hacedores de las islas

El proceso de reconfiguración territorial sucedido en las últimas décadas, tiene su correlato en el avance del proceso de apropiación privada de las islas, generándose conflictos por el uso y control del espacio. A partir de éstos, hemos registrado en el relato que despliegan los junqueros en torno de sus derechos y frente a lo que identifican como sujetos sociales antagónicos con los cuales entablan conflictos, la subordinación de la noción de propiedad privada de la tierra al propio derecho de vivir y usufructuar los recursos del lugar, en cuya gestación, en cuyo origen, él mismo se considera participe.

Así, en las entrevistas y registros, los junqueros apelan a la legitimidad que otorga su condición de «hacedores de islas» en el doble registro de primer ocupante y de merecedor laborioso: a) de quienes «estamos de antes» y b) de quienes «hemos caminado» y «puesto el lomo«.

«Al isleño no le interesa la propiedad de la tierra, él la ocupa. El isleño, hace su casa, cancha de junco, caza, pesca, y para eso ocupa una tierra, pero los títulos no le importa. El quiere estar tranquilo en su lugar. Un día viene un señor con papales y dice ‘esto es mío’, y nunca anduvo, nunca planto ni una semillita ahí, no se puso las botas y camino ese lugar, y dice ‘esto es mío’, y uno que anduvo se las tiene que tomar, no, no!! Así no» (Entrevista isleño en arroyo Marchini, 2012).

«Yo nací y me crié ahí querido, era chiquito así y plantaba plantas por todos lados, mí padre iba al campo a cazar nutrias y yo me quedaba en la costa meta machete, era chico, a plantar estacones, a hacer los montes que hoy son dueños otros y te quieren venir a basurear, no querido, no, a mí no me van a basurear, no, a mí no-» (Entrevista isleño en río San Antonio, 2012).

«Y la mayoría de las islas se han armado porque nosotros, la mayoría de los isleros iban armando una trampa. Y qué se usa? Una estaca. Y qué hacía? Cuando terminaba de cazar la dejaba clavada ahí. Y qué se armaba? Un monte. Y así se armaron la mayoría de las islas. Y hoy en día uno como islero, no tiene el derecho de agarrar, de tener un pedacito de tierra para poder vivir con su familia tranquilo. Pero bueno está bueno que se pueda pelear entre todos y evitar que se hagan los emprendimientos-« (Entrevista isleños en arroyo Gambado, 2012).

En sus relatos y percepciones, los junqueros ligan su experiencia y auto-reconocimiento como tales, con lo que vivencian en términos de la formación de las islas: «he visto crecer las islas», o «nací y me crié con el hunco toda la vida, toda la vida, si habré visto crecer las islas-«, o «si a las islas las hicimos nosotros-«. En otras palabras, el uso de las islas y por ende su apropiación se liga a dicha experiencia vital de ver crecer las islas.

Muchos de los junqueros entrevistados consideran que las islas son en cierta medida el resultado de su propio accionar cotidiano, asociado a las actividades de caza, pesca, limpieza de áreas para el tendido de junco, entre otras. Expresan que ellos y los que vinieron antes, sus antepasados, son los que hicieron las islas con su propio esfuerzo. De modo que tejen una correspondencia entre su condición de sujeto y la configuración del espacio isleño.

«a las islas las hicimos nosotros. (-) las hicimos nosotros plantando, plantando árboles, limpiando un poquito, mucho no limpíabamos porque en esa época era bajo el río, era todo agua abajo. Nosotros íbamos, atracábamos la canoa ahí y limpiábamos un poquito para ir para adentro, a hacer fueguito, estar calentitos y llevar atado de madera, de estacones viste. Y bueno, papá se íba al campo a arreglar las trampas, a recorrerla y yo me quedaba en la costa con el machete, hunqueando, plantaba a pala, como una persona grande. Me entendé y así hicimos todos los campos, todo eso, plantábamos 100 o 200 plantas acá y pa´lla y ande íbamos parábamo y plantábamo. Y bueno y la ley de ante era que si vos plantá es tuyo y nadie te lo tocaba y hoy no, si vos plantá, tené tú casa y vienen y son dueños. Y no es así, como yo le dije a la abogada cuando fuimos para allá. Esto no es así, no es así la vida, antes nosotros teníamos la libertad de venir de cualquier lado, venir de la Quiaca y armar un rancho, tener todo prolijo, con plantaciones y nadie te va a molestar ni nadie te va a decir ‘che, esto es mío’ porque no era de nadie, si esto no era isla, eran bañao, huncales, pajonales, yuyales, nada más, nohotros hicimos todo, lo que hicimos: sangriamos, abríamos zanjas para que levante y así lo hacíamos, así lo hacíamos. Y así hicimos muchas cosas.» (Entrevista a isleño en río San Antonio, 2012).

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